El lesbianismo como extranjería
Paula Jiménez España vuelve y, como después de cada viaje, vuelve distinta, es otra y también es su propio recuerdo. Su nuevo libro de poemas La Vuelta (Editorial Simulcoop), que presenta este jueves 9 en Pan y Arte, en el barrio de Boedo, es la historia de un viaje metafórico que también simboliza esa especie de globo que se vive durante la juventud. “Siento que pasada la juventud se retorna a cierto lugar”, dice la poeta. “A medida que te vas haciendo adulta te vas separando de la mirada social, te vas individualizando”, reflexiona en otro momento de la entrevista conBoquitas pintadas.
Poder hablar, por ejemplo, de su amor hacia otras mujeres, con todas las letras, es -cree Paula- una consecuencia de ese proceso madurativo. Por eso define sin tapujos: “Este es un libro de amor torta”.
Decía San Francisco que haber ido a la Tierra Sagrada / le enseñó que no hay tierras sagradas. Conocí una antropóloga / capaz de asegurar que todos los lugares son el mismo. / Pero cuando gente como yo/ sin esperarlo, encuentra unos ojos como aquellos / creemos haber ido de una vez a la luna / y el pastito de las veredas / o los dibujos que hacen las baldosas / nos parecen las maravillas de un museo.
- ¿Cómo surge La Vuelta?
- Surge después de una reunión de amigas a las que no veía hace mucho tiempo. En verdad es como una historia de quien se reconoce de vuelta de la juventud. Es la historia de un viaje metafórico, pero es como alguien que se fue lejos y que cuando retorna se encuentra con que lo que ha pasado es tiempo. Algunas cosas siguen siendo iguales y otras han cambiado completamente. Ese sería, si hubiera en la poesía, el argumento. Lo que trato de metaforizar es esa especie de globo que se vive durante la juventud. Siento que pasada esa juventud se retorna a cierto lugar. Por eso cito a Patti Smith: “Solo la juventud puede saber lo que hay en el corazón de la juventud”. Ahora, por más de que yo intente rescatar aquello o hablar de lo vivido, eso quedó en el tiempo.
- En el primer poema decís: “Ahora pienso que el turismo miente / que alguna gente se va para buscar / lo que no tiene y otra / se va para olvidar”: ¿Qué es el viaje para vos?
- Los viajes transforman, aunque uno crea que se va en un tour a Brasil. Creo que hay algo que tiene que ver con el espíritu en el desplazamiento y el turismo quiere generar una cosa pero a la gente le pasa otra.
- Hablás de viajar para olvidar un amor, también
- Muchas veces es la intención, pero cuando retornás puede que algo permanezca igual, a eso me refiero en el poema del perro. Concretamente ahí estoy hablando de una mujer que no pudo ser del todo olvidada.
Digamos que una entiende, a su regreso, / que es igual a los perros que ha tenido / que escondió su hueso años atrás y al encontrarlo / se encandila nuevamente con la luz / de esa viejísima elegría.
- En uno de los poemas hablás del gusto amargo de despertar lejos de ella sobre un colchón prestado. En el viaje también se extraña: ¿ese es el centro del poema?
- En los viajes largos hay un lugar en el que se recuerda. Quizá los viajes cortos son más efusivos, más llenos de sorpresa. Pero cuando viajás lejos te empezás a estacionar en las cosas pasadas, también. Lo que intento, además, tratar en el libro es esta idea de la juventud como extranjería: salís de tu familia, de tu círculo conocido y te vas a vivir nuevas realidades donde siempre sos nueva, porque sos joven. Está siempre el tema de lo extranjero y de querer caer bien para no ser expulsada de los lugares nuevos. Ese extrañamiento está presente en los poemas.
- Este es un libro de amor, también: ¿Fue pensado así?
- Sí, es un libro de amor torta. (Se ríe)
- ¿Ser poeta, te ayudó a pensar mejor lo que te pasa en términos amorosos?
- No, te diría que al contrario. Recién ahora que tengo 43 años puedo hablar más sin prurito sobre el amor, porque hasta acá tuve mucho miedo, me refiero en los libros anteriores, de hablar del amor desde lugares comunes, o de volverme cursi. Recién ahora le perdí un poco el miedo y hablo desde un lugar austero y nada rimbombante. Viendo que puedo hablar desde ese lugar me animo a hacerlo.
- En el libro está plasmado tu amor hacia otras mujeres: ¿sentís que ahora lo podés decir así tan abiertamente en tu poesía?
- Ahora recién lo digo con todas las palabras. En Espacios Naturales (Ed. Bajo la Luna) también es un libro de duelo, del amor perdido; no fue a propósito, pero no le puse género a la persona que perdí, de la que hablo en ese libro. En este libro, en cambio, hablo de una mujer. Enamorarte por primera vez es una experiencia, pero enamorarte por primera vez de alguien del mismo sexo es un dato más de la extranjería porque te sentís una persona distinta al círculo de las personas que te rodean. Entonces, desde muchos lugares se genera el patrón de lo extraño en ese libro, cómo el sujeto se percibe como extraño. Porque está fuera de lugar, fuera de lo esperable. Trato de rescatar también esa singularidad.
- ¿Poder hablar de esto es parte del ser adulta, de esa vuelta?
- Es una consecuencia. También a medida que te vas haciendo adulta te vas separando de la mirada social, te vas individualizando. Poder hablar de esto es una consecuencia de ese proceso madurativo.
- ¿Sentís que antes le buscabas la vuelta para hablar del amor sin nombrar a la persona amada?
- No había un esfuerzo, debía ser muy grande la represión interna porque ni siquiera hacía el esfuerzo por no nombrar, simplemente no me ocurría escribiendo poesía. También quizá porque cuando se habla del amor o del dolor ni siquiera necesitás referenciar al otro, la poesía es un terreno para hablar de la experiencia subjetiva íntima, no de la persona a quien dirigimos nuestro amor. Digo, si acá lo traigo es justamente porque el hecho de que sea otra y no otro la destinataria de ese amor contribuye a la idea de la extrañeza, de la extranjería. Lo necesito como dato también.
Una vez, mientras viajaba en micro / camino a no sé dónde / oí berrear a un chico cerca de mí, en plena noche. / Te imaginé en un asiento reclinable / unas filas atrás / meciéndolo, buscando / el ritmo que logra apaciguar / su angustia entre tus brazos. / En mi imaginación eras tan joven / como la última vez / como si los hechos se hubieran sucedido / sin dejarte sus marcas./ No aparecían en tu cara las arrugas / marcadas por la pena o la alegría / de aquella que vos fuiste: una mujer / sensible y suave / a la que quise con respeto, inútilmente / como a una piedra preciosa.
Los poemas publicados en este post son del libro La Vuelta, que se presenta este jueves 9 a las 19 en Pan y Arte (Boedo 880), Ciudad de Buenos Aires. Acompañan en la presentación María Julia de Ruschi y Carlos Battilana; Música: Zulma Ducca y Laura Boscariol
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