Escribís
hace tiempo, ¿Por qué creés que tomaste la decisión de editar ahora? ¿Lo
intentaste otras veces?
Empecé a curiosear en el mundo de la
escritura en el año 2015, hace poquito, debo confesar que me daba miedo, es más
algo muy loco porque odiaba la poesía. Mis primeros escritos fueron prosa y
cuentos.
Iba a editar a fines de ese año, de hecho empecé
en un taller y me dijeron que era muy buena, lo cual me llevó a estar en dos
talleres en paralelo. En el otro taller tenía compañeras que escribían, por
ejemplo, para HistoryChanel y, además, críticas de teatro.
Mi hermana me juega una mala pasada y me
deja en la calle, aún hoy no cuento con los medios para solventarme económicamente
sola, y gracias a Stephie que me habló de Simulcoop puede concretar este sueño
y pegar eso que se rompió. De esa forma, coserlo.
¡Gracias
a vos! En tus poemas aparecen personas, a veces son personas que nombrás, otras
aparecen a través de una acción borrosa o una palabra sin hilo y relacionada
con mucha originalidad, digamos, un mundo súper múltiple. ¿Qué pensás que hace
que tus poemas sean tan sensibles a lo múltiple?
Es mi vida misma, a veces creo que mi vida
es como una peli de Almodóvar, por ejemplo, el otro día terminé en la casa de un
ladrón que acababa de robar y me llevó en su moto nueva y como soy muy ingenua
cargué con las armas a cuestas en un bolso muy pesado que me pidió, terminamos
en su casa, en Lanús.
Nos
contaste que viviste en situación de calle y una fuerte violencia por parte de
tu familia, ¿Sentís que cuando escribís proponés un orden / desorden nuevo o es
parecido a lo que ves en tu experiencia real? ¿Esa experiencia tiene que ver
con una militancia por los derechos de la mujer trans?
Digamos que enarbolo una lucha por los
derechos de las mujeres trans, pero a veces me siento tan fuera de ese grupo. Aunque
les parezca mentira, entre nosotras hay mucha discriminación, muchas veces me
tratan de tarada por no prostituirme o ser ventajera o drogarme, entre otras
cosas. La verdad que la comunidad trans, en vez de apoyarnos unas a otras… se
pisan las cabezas. Me puse muy contenta hace una semana cuando hice de Betty
Boop para un evento y conocí a Leandra, una chica trans de 19 años, re copada
la flaca, y son poquitas mis amigas del palo, contadas con los dedos de una
sola mano.